Desde hace unos años, el Real Madrid no es el mismo equipo que fue históricamente. Le falta esa identidad y ese espíritu de antaño, ese que permitía luchar hasta el final y aquellas remontadas de tintes épicos. Le falta un aspecto que le convirtió en el mejor club del siglo XX. Ya no es el club de los españoles, donde para la mayoría de los aficionados de otros equipos era su segundo equipo, la tendencia ha cambiado, y ahora es incluso odiado. .
Con la llegada de la Ley Bosman, el boom del merchandising y las etapas de Florentino Pérez, el club se ha ido internacionalizando. Cada vez menos jugadores de la cantera, o los mejores del país, juegan con la elástica blanca. Lo que prima es ser de fuera, ser caro y vender camisetas. En el Real Madrid, siempre en la plantilla estaban los mejores españoles reforzados por grandes jugadores extranjeros (como Di Stéfano, Puskas o Hugo Sánchez por nombrar alguno de los más conocidos).
Pero parece que por fin, las tornas cambian y desde el club han comprendido que el sistema es válido para equipos salidos de la nada de la mano de algún mágnate. La presentación de Isco demuestra que los mejores del país tienen sitio; y la vuelta de Carvajal, además de las incorporaciones de Nacho, Morata, Jesé (que está realizando un Mundial sub-20 espectacular) y Jesús, señalan que la cantera recupera el lugar, o esperemos que así sea, que no debió perder como demuestra la historia.
El año que viene veremos a Casillas, Arbeloa o Diego López, como los veteranos de una fábrica de futbolistas que en los últimos tiempos ha servido únicamente para crear estrellas para otros equipos, y que apoyarán a los recién llegados desde las categorías inferiores. Veremos a Ramos, uno de los mejores centrales del mundo, enseñando a Isco cual es el camino a seguir. Y veremos también a algunos de los mejores del mundo, como Cristiano, Ozil y Benzema. El equipo del carácter, de no rendirse, que triunfaba en buena lid y que siempre daba la mano (esto se olvido gracias a cierto entrenador portugués) estará de vuelta.
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