Una vez más llegó la Copa Confederaciones, ese torneo de verano al más puro estilo Colombino (y no quiero para nada faltar a este gran torneo onubense), creado para que la FIFA y el país organizador saquen un poquito más de tajada de televisiones, publicidad, turismo... Un torneo con los campeones de las diferentes asociaciones del fútbol mundial, incluído la de Oceanía, (si Tahití fue la ganadora en 2012, como serán el resto) donde es un deporte residual.
Un estorbo para la preparación de los clubes, un agotamiento para los jugadores convocados (vuelvo a mencionar a Tahití, que se ha pegado un par de semanas con los gastos pagados conociendo Brasil), pero que para el aficionado deja algunos detalles importantes, que nos permiten atisbar el futuro Mundial 2014.
La primera es que Brasil ha vuelto una vez más en la Confederaciones, jugando en su casa y con alguna ayuda que otra, aunque sin olvidar quién fue el ganador de este torneo en Sudáfrica hace 4 años. Aún así, la gran noticia de la que todo el mundo se hace eco es que a Neymar no le ha podido la presión y ha sido el mejor jugador. Pero hay que mirar más allá de un futbolista, esta selección es un bloque muy correoso que ha dejado el mítico jogo bonito para mejor ocasión o para lo que hagan Neymar, Oscar o Lucas (cuando no esté en el banquillo.
Dos jugadores han destacado, han estado colosales e impecables: Paulinho y Luiz Gustavo. Un nuevo nombre para los que no hayan visto en su vida algún que otro partido de la liga brasileña, y el otro más conocido por los españoles por ser el suplente de Javi Martínez en el Bayern. Paulinho, potente mediocentro, el centro del equipo, el que marcaba como jugar y que resolvió algún entuerto con su pegada. Luiz Gustavo, un manual de como estar siempre en el sitio correcto, tapando cualquier agujero surgido en la defensa de la canarinha.
En el otro lado, los españoles nos la volvimos a pegar en el torneo. Parece que no hemos aprendido mucho tras tantos años de espera, esos años de maldiciones de cuartos, humillaciones en primeras fases, "la culpa es siempre del árbitro"... Da igual, nos vemos campeones de todo antes de empezar. Lo que hay que sacar en claro es que el sistema es válido, pero si el equipo tiene la profundidad de los primera parte contra Uruguay, el mejor fútbol que he visto a España nunca. Claro, cuando todavía había aire en los pulmones y fuerzas en las piernas. Luego, cuando ya el cuerpo no respondía, vino el toque por el toque, para acabar dando pase a lo loco como si la portería estuviese en una banda. No cambiemos el estilo... del primer partido.
Por último, resumiendo la actuación del resto: Italia cada día juega mejor y ver a Pirlo es un placer; Uruguay sólo tiene a tres delanteros arriba increíbles y poco más; México está muy verde (no sólo por la camiseta), aunque me gustaría verla en un año, y a ser posible, con Carlos Vela convocado; Japón mejora y cada día va a ser más peligroso; Nigeria, que no me convence para nada; y Tahití... ¿qué hacía allí?
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