lunes, 9 de febrero de 2015

La increíble repercusión de una fiesta

Una fiesta para celebrar el trigésimo cumpleaños de alguien es algo muy normal. Hace unos días yo hice lo mismo. Pero yo no soy un futbolista reconocido mundialmente. Cristiano Ronaldo sí lo es. Todo lo que hace se mira con lupa, sobre todo cuando la situación del Madrid es complicada.

Se le da más importancia a una celebración que a los problemas de un equipo, que los tiene. ¿Quién no ha tenido un mal día en el trabajo? ¿Quién no ha salido un rato para poder desconectar? Tal vez, su único error no fue la fiesta, sino los invitados. Invitados que hacen públicas una serie de imágenes que nunca debieron ver la luz. La culpa siempre será de los periodistas. Siempre lo es. El enémigo número uno. El portugués contesto a uno tras el partido con un irrespetuoso "eres poco inteligente". Pero no, el mayor enemigo de un futbolista es él mismo y su entorno. Los clubes deberían recordarlo de vez en cuando.

Un cantante de apenas fama y gusto musical, Kevin Roldán, ha conseguido una publicidad envidiable gracias a traicionar a quién le contrató. Ronaldo debió haber realizado un aviso previo a la fiesta teniendo en cuenta la tensión del momento. La privacidad debía ser absoluta. Un cuatro a cero en contra en un derbi no es un buen resultado para generar más polémica.

Al final se tapa lo que realmente importa, el fútbol. Y eso le falta al Real Madrid, fútbol. Fútbol y aire. Una plantilla que a principios de temporada era la mejor de la historia y que ahora se antoja corta por la falta de rotaciones. El entrenador italiano no confía en algunos jugadores, como Illarra y Coentrao, por lo que fuerza a sus titulares. Otro como Khedira, hace ya tiempo que dejó de pertenecer a la disciplina blanca en su cabeza. Y las lesiones, algo ocurre cuando tanto imprescindible se rompe. Lo bueno es que estos acabarán volviendo. Ramos y Modric son esenciales. Y sobre todo, en septiembre hubo una crisis similar tras el derbi madrileño. Fue un punto de inflexión para ver el mejor juego en Chamartín en años. Ahora toca volver a levantar la cabeza

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