miércoles, 16 de mayo de 2012

El submarino que quedó varado

La desgracia cayó sobre el inmenso Submarino amarillo, ese vehículo construido con unas pieza increíbles al mejor precio, dejando un proyecto admirado por todos y que dejo a Europa boquiabierta. Acababa la temporada pasada fuera del agua y como si tuviera alas surcando el cielo de competición liguera, pero las alas se desprendieron para comenzar con una caída de gran magnitud.

Tuvo que vender su periscopio, Cazorla, en lugar de su principal torpedo, Giussepe Rossi, y éste, inoportuno, acabo lesionado. Sin dos de sus principales elementos se puso desde el principio a navegar contra la corriente de una Liga que poco a poco le empujaba más y más hacia el fondo, hacia la fosa más profunda, donde finalmente acabó cayendo producto de multitud de aspectos negativos conjugados con una pizca de mala suerte..

La Champions ilusionaba, pero fue el primer peligro de colisión, que quedó en un roce con una herida profunda en la coraza de la embarcación. En primera ronda tocaron poderosos enemigos: Bayern de Múnich, Manchester City y Nápoles. Demasiado estrecho el paso entre tanta roca que provocó la primera de las grandes desilusiones, fuera de Europa.

La Copa no fue menos dolorosa, puesto que llegó al radar una embarcación llamada Mirandés que todos presumían asequible. Y no lo fue, fue otro duro golpe que abolló el casco y que fue la sentencia para el primero de los tres capitanes de la nave en el año, Garrido. El barco del Mirandés llegó más allá de su horizonte...

Pero en la Liga fue donde la presión fue inconcebible e intolerante, y como si llevara tripulación de más en el sumergible, cuando era un defecto de ella, llego el escollo insalvable. Pasaron los capitanes: Garrido el primero, pero después Molina y Lotina, que no pudieron dotar al equipo con el armamento de la regularidad necesario, dejando claro que no son culpables absolutos del hundimiento siempre que asuman su ración de culpabilidad.

Finalmente, el Submarino se quedó en lo más profundo, pero cuando uno tiene un proyecto, pese al momento más bajo que se puede vivir - Fernando Roig bajando por la escalera del palco deambulante y con mirada perdida -, hay que sentirse orgulloso del pasado. Un penalti de Riquelme pudo cambiar una historia, los goles de Falcao la reescribieron - el año pasado en Oporto fue una absoluta tortura sumados al que le hizo sucumbir -, pero por muy profundo que este, el batiscafo aguantará la presión del fondo y resurgirá. Aquellas armas que le hicieron temido en aguas y tierras europeas están, sólo falta demostrar que la planificación del Villarreal es la de un grande y que reinará los mares con la brillantez que acostumbró, recomenzando en las profundidades de la Segunda al grito de Adelante.

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