Desde que se conocieron los cuadro de semifinales, tanto de la Champions League tanto de del Europa League, se ha hablado y escrito mucho sobre la posibilidad de dos finales españolas que prácticamente se han llegado a dar por hechas.
Tanto periodistas como aficionados hablaban ya de la final entre el Madrid y el Barcelona en Múnich, y más de lo mismo en la Europa League. Esta noche se verá si al menos se puede conseguir en la segunda competición europea, en la que al menos habrá un equipo español.
Nadie contaba con el Bayern de Múnich, que finalmente disputará la final de sus sueños, la del día 19 de mayo en su propio estadio, el Allianz Arena. La eliminatoria se resolvió en unos penaltis a los que no se debió llegar en ningún caso. ¿Por qué? La dichosa pregunta. Porque fue superior en los dos partidos, salvo en los 20 primeros minutos de la vuelta en el Bernabéu y un rato en la segunda parte del partido de ida, donde el Real Madrid fue el Real Madrid. El fútbol fue justo.
Pero con lo que nadie contaba era con que el Chelsea fuera el otro conjunto en la final. Expresiones del estilo "les van a caer un saco de goles en Camp Nou" se oían constantemente. Puede gustar o no, pero seguro que a ellos les satisface estar en la situación en que se encuentran, la más que posible última oportunidad de una generación de grandes futbolistas. Pasó el que marcó más goles.
Desde España lo vimos con prepotencia, como si no se tuvieran que disputar la competición porque tenemos la supuesta mejor Liga del mundo. La realidad es bien distinta, la competición local está desvirtuada por muchos equipos que vivieron por encima de sus posibilidades y que adeudan cantidades ingentes de dinero, o donde las radios no puede retransmitir desde los estadios porque a los que mandan no les da la gana.
Puede que Barcelona y Real Madrid sean los mejores equipos del mundo y puede que finalmente haya una final española en Bucarest entre Athletic y Valencia o Atlético, pero de este golpe hay que leer lo realmente importante, es necesaria un poco de humildad y desde ahí llegar lejos. Por lo tanto, nos hemos llevado un golpe de humildad.
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